La inseguridad es la existencia de riesgo y la ausencia de garantía para el libre ejercicio de los derechos y libertades de los ciudadanos.
Existen dos clases de inseguridad: real (cuando se rebasa el límite de lo aceptable en cuanto a número de delitos) e inducida (no es real sino desmesurada).
La inseguridad inducida puede venir provocada por distintos motivos: cuando las víctimas cuentan los delitos acaecidos, con las campañas de prevención de delitos que organiza el Estado y por la difusión de delitos en medios de comunicación.
La comisión de actos delictivos reiterados en una misma zona, la venta de estupefacientes, los desórdenes públicos, la actuación o presencia de tribus urbanas y los hechos delictivos graves, son situaciones que generan inseguridad en una sociedad.
Para paliar los efectos de la inseguridad o reducir ésta directamente, la sociedad ofrece una serie de sugerencias que se han de materializar en medidas institucionales.
La presencia de un Vigilante de Seguridad fomenta la seguridad ciudadana. Entre los aspectos de su imagen que ayudan a este respecto destacan: el portar el uniforme, el saber transmitir seguridad y tranquilidad, y la actitud atenta y vigilante.
En la realidad actual, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no pueden estar presentes ni atender, todas y cada una de las situaciones que puedan generar inseguridad, por lo que la figura de los Vigilantes de Seguridad se considera necesaria para garantizar el ejercicio de los derechos y libertades fundamentales del individuo.
La relación existente entre ambas fuerzas o agentes que participen en materia de seguridad (del Estado y privada), debe ser de colaboración, para evitar esa inseguridad ciudadana.
En muchas ocasiones la simple presencia de un Vigilante de Seguridad con actitud observadora y atenta puede potenciar el sentimiento de seguridad de los ciudadanos, tanto en situaciones normales (a través de la ejecución de sus tareas de control e inspección) como en situaciones de riesgo potencial y en las que ya se ha producido un delito. No obstante, en todos los casos el Vigilante debe actuar conforme a los principios de su código ético que se reflejan y describen en el tema de Deontología Profesional.
En un banco en el que se vislumbra la figura de un Vigilante de Seguridad, da confianza y tranquilidad a los usuarios del mismo, como si estuvieran más protegidos ante posibles delitos. En caso de que este se produjera, el Vigilante actuará.
El saber transmitir seguridad y tranquilidad. Actitud atenta y vigilante.
En una sociedad, insegura por naturaleza, la presencia del Vigilante de Seguridad no debe constituir un punto de violencia o amedrentamiento, sino que debe ser considerado como un servicio necesario para garantizar la seguridad ciudadana, aspecto que se consigue, fundamentalmente, por la preparación técnica de las personas que van a ejercer esta profesión.